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Las células madre ayudan a infantes con autismo

Las células madre mesenquimales tienen un potencial enorme y pueden tratar muchas enfermedades, entre las que destacan los trastornos del espectro autista. Hay investigaciones que corroboran la efectividad de las células extraídas de la placenta y envoltura del cordón umbilical, las cuales expresan proteínas que emulan a las neuronas y propician la formación de nuevas conexiones neuronales.


Uno de cada 160 niños tiene un TEA según la OMS

El autismo que puede tratarse con células madre es definido por la OMS como un grupo de trastornos que se caracterizan por alteraciones del comportamiento social, dificultades para el lenguaje y comunicación, intereses limitados y actividades repetitivas y estereotipadas. Los TEA se presentan en la niñez (comúnmente a partir de los cinco años) y suelen perdurar hasta la adolescencia y adultez.

Los afectados padecen afecciones comórbidas como depresión, epilepsia, hiperactividad, déficit de atención y ansiedad, además, las capacidades intelectuales tienden a los extremos, ya que hay casos de deterioro profundo y altas aptitudes cognitivas. Si bien los TEA no son enfermedades, afectan el desarrollo de quienes lo padecen. Hay algunos patrones en ciertos genes que se repiten en los autistas, además, problemas físicos como inflamación cerebral, diferencias en la estructura cerebral y problemas en la regulación inmune.

Hay diversos factores que propician el desarrollo del autismo, entre los que destacan el entorno y la genética. Las victimas suelen sufrir discriminación, estigmatización y violaciones a sus derechos, además, el apoyo que reciben es insuficiente en todo el mundo.

La complejidad de los TEA ha hecho que durante años los médicos tengan dificultades para encontrar un tratamiento estándar, sin embargo, investigadores han descubierto que puede tratarse el autismo con células madre que también ayuda a pacientes con Alzheimer, aunque no tiene cura. Un ejemplo son los médicos estadounidenses que desde hace años han observado que bajo condiciones específicas las células madre mesenquimales liberan proteínas conocidas como factores neurotróficos, que estimulan algunas funciones en el sistema nervioso central y las neuronas.

Las células madre no se convierten en células neuronales, sino que emiten señales con el fin de que las neuronas se activen y maduren o tejan más conexiones, lo que ayuda a desarrollar el cerebro de los infantes. La investigación estadounidense más reciente se realizó en el Centro Duke para el Estudio del Autismo y el Cerebro donde especialistas injertaron células mesenquimales a 25 niños autistas con edades de dos a cinco años y después los evaluaron con pruebas de comportamiento.

La terapia con células madre fue administrada por vía intravenosa, como si fuera suero, y aún continúa en desarrollo para determinar la total efectividad del tratamiento, sin embargo, ha mostrado que puede inducir la maduración, multiplicación y formación de conexiones, lo que mejora el desarrollo de los niños autistas. Cabe mencionar que los resultados varían según los síntomas y gravedad de los TEA.

Los tratamientos convencionales son la rehabilitación y medicación, pero no logra tantas mejorías en comparación con los ensayos clínicos con células madre que ayudan a tratar la EPOC. Se trata solo de un ejemplo de las maravillas que pueden hacer las células mesenquimales para nuestra salud. Cabe agregar que las investigaciones continúan para garantizar que la terapia es reproducible y no tiene efectos adversos a largo plazo.

Si tienen un hijo o hija con autismo acérquense al Dr. Juan Manuel Ortega Van Beusekom, que lidera una de las mejores clínicas de células madre en México. Marquen al (55) 5573 0824, (55) 4363 9783 o visítenlo en Zapotecas #24, Pedregal de las Águilas, alcaldía Tlalpan, CDMX.


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